Ya no estoy aquí

Las apariencias importan en este mundo. Debes tener el cabello corto, vestir de camisa, pantalón y zapatos. Tener el cabello largo o pintado es propio de delincuentes y drogadictos. Ni hablar de los tatuajes. Si vives lejos del centro y te juntas con personas que tienen los mismos gustos que tú, debo cuidarme, no vaya a ser que me quieras robar. Así son los prejuicios. No se tu nombre, ni tu historia de vida, ni lo que sientes, ni lo que estas pasando, ni las razones de porque tienes esos gustos. Eso es suficiente para que te tache de malo y te excluya. Voy a hacer de cuenta que no estás aquí. No eres de aquí. No perteneces aquí. Así vayas al extranjero, te tomen una foto y te digan que tienes un look cool.

Pones la música a todo volumen cuando la casa en la que vives es una construcción que nada tiene que ver con un hogar. No quieres escuchar reclamos o peleas que se dan en esas cuatro paredes. Toma la música que te guste y se feliz. Y lo somos. Somos felices cuando escuchamos música que nos gusta. El problema viene cuando la música no es de nuestro agrado. Y nada podemos hacer para cambiarle. Pero la verdad ese no es ningún problema. El hecho de que alguien critique la música que te guste sí lo es. Mas cuando se mete contigo. No conforme con haber criticado la música ahora se mete con tu personalidad. Esto le pasa a Ulises que tiene un grupo “Los Terkos” integrado por Chaparra, Negra, Pekesillo y Sudadera. Constantemente se reúnen para escuchar cumbias rebajadas. Para muchos de nosotros es fácil escuchar música en la computadora y el celular. Para Ulises y sus amigos no. Ellos tienen que comprar en el mercado un reproductor de mp3 con las canciones que tenga. Sin un empleo formal tienen que delinquir para obtenerlo. La delincuencia y la violencia están presentes en todo momento. La policía cierra calles, las bandas se pelean. Y en eso que llaman estar en el lugar equivocado a la hora equivocada, Ulises es testigo de un acontecimiento que lo lleva a él y a su madre a salirse de su casa. Ulises huye a Estados Unidos y llega a Nueva York. Un lugar que no conoce, que le es ajeno y con un idioma que no entiende. Trabaja con otras personas hasta que se pelea con ellas quedando solo, queriendo regresar. Cuando habla con su mamá esta le dice que ni se le ocurra volver porque si no es hombre muerto.

El cine se trata de imágenes. Lo que ves te está diciendo algo. No tiene que haber alguien explicándote lo que sucede. Y claro, que haya alguien dando explicaciones no necesariamente es algo malo. Ya no estoy aquí no necesita que alguien explique lo que sucede. Puedes no vivir en Monterrey, no saber de las cumbias, vaya, ni siquiera ser mexicano ya que esta historia es universal. Ya no estoy aquí nos invita a debatir sobre esos temas que están ahí afuera y que muchas veces, aunque estén, no los vemos.

 Calificación: 8.8

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