La delgada línea amarilla
La vida puede ser como una
carretera. Las hay cortas, largas, rectas, con muchas curvas, con tráfico,
solitarias, de dos carriles, de cuatro carriles, autopistas, de cuota,
etcétera. Nosotros somos caminantes en esta vida. A veces sabemos a donde
vamos. A veces no. Tenemos contratiempos, alegrías, tristezas. No sabemos
cuanto dura el viaje. Lo importante es disfrutarlo.
Antonio Márquez cuida un
deshuesadero. Debido a que se metieron al lugar a robar, lo despiden. Es sustituido
por un perro. Busca empleo en una vulcanizadora. El señor le dice que vaya a San Jacinto, ahí encontrara trabajo. No encuentra nada. Se detiene en una
gasolinera a cargar combustible y ve un letrero. Solicita el empleo y se queda.
Un día llega una camioneta a cargar y la persona al volante lo reconoce. El
ingeniero Luis Cárdenas se pone a platicar con Toño. Le ofrece ayuda y le dice
en donde puede encontrarlo si lo necesita. Un día Toño va a buscar al
ingeniero. Continúan la platica y le
dice que lo necesita para pintar la línea de la carretera que va de San Jacinto
a San Carlos. Al día siguiente le asigna a cuatro personas más. Gabriel López,
Mario, Martin “Atayde” y Pablo. Debido a que no hay vehículos disponibles se
tienen que ir en la camioneta de Toño. Al finalizar el primer día se reparten
el dinero que les dio el ingeniero para que pasaran 4 noches en alguna posada.
Deciden dormir a orilla de la carretera. A la mañana siguiente Mario ya no esta
y tampoco la camioneta.
Una historia sencilla, pero
bien contada. La reunión de estos 5 personajes nos hará conocerlos mejor. Damián
Alcázar, Joaquín Cosío y Silverio Palacios, pesos pesados de la actuación. El
resto del elenco lo hace muy bien. Altamente recomendable.
Calificación: 9
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